Desde 2013, soy coach certificada y me he ido formando en diferentes ámbitos del mundo terapéutico. Desde que empecé mi labor como coach, la realidad de mi profesión ha cambiado considerablemente, sobre todo en cómo llegamos a los potenciales usuarios y usuarias y cómo tienen lugar las sesiones. Actualmente, el 90% de mi trabajo de acompañamiento a personas es online. Poco a poco, después de la pandemia, se ha ido asumiendo la practicidad de las sesiones digitales.
Hay beneficios directos: evitas desplazamientos, tienes al alcance la o el profesional que te interesa y, lo más importante, la calidad de la sesión está garantizada, tal y como indican las investigaciones.
La clave es construir una relación de confianza con clientes y clientes. Los métodos de comunicación humana, la intuición, el contacto visual, las expresiones faciales y el lenguaje corporal empático y los ejercicios desde la experiencia son posibles en el espacio digital. Lo único necesario es una buena conexión a Internet y, evidentemente, desear vivir con más armonía.
Es la profesionalidad del coach, sus herramientas y la relación honesta, sincera y clara con los clientes y clientes lo que permite alcanzar el éxito del proceso.
De todas formas, basta con realizar la experiencia. En mi caso, a menudo me encuentro a nuevos y nuevas clientes que me han encontrado por las redes sociales, los que prefieren hacer una sesión inicial presencial. El resto, si vienen por recomendación, directamente optan por la sesión digital. Coinciden en la comodidad y se sorprenden de los resultados.
A medida que avanzamos en el siglo XXI, va desapareciendo la idea de que el coaching por lo general es sólo para personas de cierto nivel y para personas escogidas dentro de una empresa o para personas con problemas. Poco a poco, se va extendiendo que el coaching es práctico, dinámico, eficaz y resolutivo para alcanzar objetivos concretos, que ayuda en la toma de decisiones, con retos vitales como plantearse tener hijos, que nos ayuda a dar un claro enfoque en un cambio de trabajo y cuando buscamos pareja. También se ha manifestado cómo ayuda a dejar malos hábitos y cómo acompaña a incorporar otros nuevos. Se va haciendo evidente su eficacia cuando buscamos un mayor autoconocimiento, una profundización de nuestra interioridad y una mejor gestión emocional.
La metodología puede variar en función del profesional. Personalmente, creo que todo lo que ocurre por la experiencia nos ayuda a integrar el aprendizaje. Todo lo que vivenciamos, lo integramos independientemente de la edad. Nadie mejor que cada persona sabe las respuestas que mejor le sienta en el momento que vive. Nuestra función es acompañar a encontrar la mejor respuesta, dejando a un lado exigencias y aceptando lo que somos y lo que nos toca vivir.
Para mí, es un regalo poder trabajar con personas y ser testigo de su crecimiento. De cada sesión, aprendo, con cada cliente y cliente crezco, también, como persona. Todo es cuestión de decidirse y creer que podemos vivir con plenitud y conciencia la vida.
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