Tenemos el hábito de ser políticamente correctos, de estar tan pendientes de los demás que nos olvidemos de lo que nosotros necesitamos.
En paralelo, hemos aprendido que tenernos en cuenta es egoísmo. En consecuencia, a menudo actuamos e interaccionamos por el impulso de hacer lo que toca, es decir, hacemos por obligación.
¿Qué consecuencias tiene hacer «porque toca»?
Resueno menos, es decir, actúo por apariencia y por tanto transmito inconscientemente exigencia y una imagen que las demás personas perciben que no sale del corazón.
Me desconecto de mí. Si no me tengo en cuenta, es que estoy desconectada de mis necesidades, emociones y sensaciones. Sólo tengo presente a la otra persona, lo que provoca un menosprecio de la propia persona y el consecuente malestar interno.
Falta vitalidad en cómo actúo. Puesto que lo que de hecho me mueve es quedar bien, es ser valorada por los demás, no actúo desde la elección libre e interior. Por tanto es imposible transmitir gratuidad y cariño incondicional (aunque yo me lo piense).
Reclamo a los demás lo mismo y me vuelvo exigente. Como la motivación básica de mi interacción es lo que piense la otra persona o que el otro se sienta bien, sin tenerme en cuenta, la mente genera la creencia de que yo puedo reclamar a los demás lo mismo.
¿Y qué ocurre cuando hago «lo que quiero»?
Necesito haberme escuchado. Es el primer paso imprescindible una vez he valorado la situación.
Actúo porque libremente lo decido, teniendo en cuenta tanto lo que yo necesito como lo que necesita la otra persona. Por tanto, asumo las consecuencias de mi decisión y el efecto de lo que ocurre después no tiene impacto en mi autoestima.
Doy la libertad a las personas de alrededor, sin juicios porque no espero nada de ellas. Actúo con una mirada de aceptación y coherencia conmigo misma.
Transmito, porque no es posible esconder que vivo en paz con el presente y la acción de los demás no cambia como me siento. Asumo la responsabilidad de mis actos. Siento que todo está bien.
Y ahora te pregunto, ¿en qué medida actúas desde la libertad que da el vivir en conexión con nuestras necesidades?
¿Qué necesitas tú, sintiendo lo que te llega de tu cuerpo, lo que sientes emocionalmente y con el diálogo interior que mantienes en la situación que te encuentras en ese momento?
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