¿DE QUÉ HABLAMOS, CUANDO DECIMOS “ACTITUD”?

La palabra actitud se ha ido imponiendo en los círculos de desarrollo personal como aspecto clave para generar el cambio que estamos deseando en nosotros y en nuestro entorno.

La actitud es la mirada con la que vivimos la vida. Es la perspectiva con la que vivimos cada momento del día a día.

Nuestra actitud va ligada a la motivación interna, a nuestros deseos más básicos. Afecta a nuestras decisiones y a nuestra capacidad de aceptar.

Una buena amiga sabia me dijo un día hablando de una situación compleja que estaba viviendo: «No se trata de afrontar la vida, sino de adaptarnos de la mejor manera para vivir felizmente».

Afrontar, en el sentido de hacer frente, luchar, huir de lo que no nos gusta, sin tomar conciencia del aprendizaje que la vida nos trae, implica no aceptar la realidad. Desde esa perspectiva sólo nos generamos sufrimiento, fruto de la frustración. Tampoco se trata de decirnos solo: ¡tú puedes! ¡Va! ¡Vamos!! Porque detrás de estos estímulos puede haber un alto grado de exigencia que puede acabar consumiéndonos.

Y la actitud de vivir con resignación también nos lleva al sentimiento de frustración y de impotencia y por tanto nos genera igualmente malestar interior. Con la lucha, fuga y la resignación nos atrapamos en el sufrimiento.

Si nos observamos bien, veremos que lo único que nos impide ser feliz en las circunstancias que vivimos son nuestros pensamientos y la importancia que les damos. «Hacer frente», «resignación», «lucha» son palabras fruto de pensamientos que genera el ego en su necesidad de hacernos creer que somos personas fuertes. Son consecuencia del funcionamiento del ego, que quiere darnos una falsa sensación de seguridad.

Por lo tanto, la actitud está afectada por nuestros pensamientos y por las creencias que tenemos sobre la realidad que vivimos. Si creemos que enero es un mes difícil porque hace frío y hay muchos gastos, se nos hará difícil porque nuestros pensamientos generarán dosis de cortisol y otros elementos químicos en la sangre que nos generarán intranquilidad, desazón y la consiguiente confirmación que el mes de enero es largo y difícil.

El punto clave de la actitud es poner el foco en ti, quererte tal y como eres, tal cual eres, con las luces y sombras, con tus fortalezas y con los miedos y las ganas de ser amado y amada. Cuando tenemos el centro de nuestra atención puesto en nosotros, tal y como somos, podemos observar las circunstancias como algo neutro que aparece en nuestra vida y que tiene algún aprendizaje a aportarnos.

Desde este punto de vista, la actitud nos abre la posibilidad de aceptar lo que nos pasa, a pesar de no ser de nuestro agrado. Es comprender que nuestra vida es mucho más que unas circunstancias concretas que pasan.

Hace falta tener presente que la actitud, como una flor, necesita tiempo y ser atendida, regarla y darle buena tierra para que florezca. En la medida en que dedicas tiempo para estar contigo, para darte tiempo, hacer meditación y escuchar tu propio diálogo interior, nuestra actitud, nuestro enfoque de las circunstancias de la vida, nuestra perspectiva va transformándose y lo que nos ocurre tiene otro impacto en nosotros.

Cuando hablamos de actitud, hablamos entonces, de la mirada que tenemos de nuestra vida y hablamos del grado de conexión con nosotros.

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