4 PASOS PARA PONERTE A PRUEBA

Somos más que la mente. ¿Quieres comprobarlo?

La mente es una máquina de crear pensamientos. Cualquier pensamiento es un constructo mental que puede acabar siendo una creencia. Los pensamientos nos parecen tan reales que nos los creemos y perdemos de vista que, nosotros somos mucho mayores.

Te invito a que te pongas a prueba. Te propongo que, preferentemente, te sientes en una silla para mantener la espalda recta y activa y, si lo necesitas, te estires.

Te explico el ejercicio, primero, para que puedas hacerlo:

1. Primero observa cómo respiras sin juicios. Sólo se trata de observar la respiración propiamente y observar cómo toda la caja torácica se expande cuando coges aire y cómo se va vaciando cuando sacas el aire.

2. En segundo lugar, irás siguiendo tu cuerpo desde los pies hasta la cabeza. Es importante que vayas sintiendo cada parte, sin pensar, sólo oír.

Empieza percibiendo los pies en contacto con los zapatos, las piernas, por delante y por detrás, percibe el bajo vientre y cómo se mueve al ritmo de la respiración, el abdomen y el pecho.

Después, pon conciencia en cada parte de la columna, hombros, brazos y manos. Recuerda que se trata de oírlos.

Y por último, pone conciencia en el rostro, en cada parte de la cara y en toda la cabeza. Dibuja con los labios una leve sonrisa.

Es normal sentir que el cuerpo está relajado y que existe tranquilidad.

3. En tercer lugar, toma conciencia de tu cuerpo como un todo, es decir, sin diferenciar a las partes. Todo el cuerpo entero tiene una globalidad clara y definida.

4. Es el momento, date cuenta de que puedes observar unos minutos las sensaciones corporales, que también puedes unos minutos observar las emociones e incluso puedes observar qué piensas sin quedarte enganchado o enganchado a ningún pensamiento.

Si en este proceso hay algún pensamiento que te atrapa y te distrae, cuando te des cuenta vuelve a seguir con el ejercicio.

Una vez tienes claras las instrucciones, cierra los ojos o fija la mirada en un punto que te sea cómodo y ve haciendo el ejercicio que te he contado. Tienes la posibilidad de grabar tu voz leyendo la explicación para no tener que estar pendiente de lo que viene a continuación.

Si haces bien lo que te propongo, tendrás conciencia de un espacio interior que no es el cuerpo, ni las emociones, ni la mente. En el mundo de la meditación, en la práctica del silencio o en el mindfulness, este espacio interior se llama “la parte observadora”.

Esta parte es la que acepta y nos ayuda a vivir todo lo que surge en nuestra vida con armonía y fluidez. Tiene una mirada cálida y acogedora de nosotros, sin juicios ni etiquetas. Cuando experimentamos la parte observadora vivimos con conciencia.

La mente necesita aferrarse a la experiencia. Desde la parte observadora, con su sabiduría y serenidad y consciente de la impermanencia de las cosas, nos permite tener, por ejemplo, una vivencia de tristeza y sabemos que va a pasar, sin perdernos en estados de ánimo de sufrimiento.

Durante el día podemos adoptar en determinados momentos la posición de observar lo que sentimos, las emociones y los pensamientos, como si de una película se tratara. De esta forma tomamos perspectiva de lo que realmente es importante y es entonces cuando vivimos en estado de presencia.

Cuando estamos presentes, la concentración es total, la mente se aclara y nos permite dar lo mejor de nosotros aquí y ahora.

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