¿DE QUÉ HABLAMOS EN LA PAREJA?

Poco a poco volvemos a la rutina y nos vamos adaptando a los horarios y a los cambios que la nueva etapa del año nos aporta. El verano ha podido ser un periodo de reencuentro con la pareja o bien el inicio de un distanciamiento.

En todo caso, durante el mes de septiembre tenemos que tomar muchas decisiones e incorporamos cambios que pueden afectar también a la dinámica de nuestro entorno y a nuestra relación.

Es fácil, que muchas veces centremos el tema de conversación en lo que escogemos y en lo que pasa y dejamos de lado expresar cómo nos sentimos y qué necesitamos. Este es un aspecto clave.

Hablar solamente de «lo que pasa» nos mantiene en el vivir en versión ‘piloto automático’. El comunicarnos desde «el cómo lo vivimos y lo sentimos», nos conecta con nosotros y entre nosotros.

A menudo, el motivo por el cual las personas quieren iniciar terapia de pareja es «no sabemos comunicarnos» o «nos cuesta ponernos de acuerdo». Y es que para expresa qué necesitamos, primero hay que tomar consciencia de los que sentimos y, por lo tanto, hace falta que vivamos la vida, no que la vida nos pase por el lado.

Para muchas parejas, el gran reto es expresarse con autenticidad y hacer realidad los pequeños cambios concretos en la manera de actuar que comenten la confianza, el pilar esencial de la relación, y nos ayuden a evitar el aburrimiento.

Cuando sentimos que el vínculo con la pareja es nutritivo y compensa las diferencias, la relación tiene una posibilidad de continuar, a pesar de las diferencias y las circunstancias complejas. Por eso, os propongo estar atentos y atentas a vuestras conversacones, poniendo el acento en cómo os sentís y qué necesitáis. Desde esta perspectiva es posible comprender y ser comprendido, buscar la solución que nos permita vivir más a gusto y acompañar al otro con empatía y asertividad.

El auténtico amor de pareja tiene una dosis de incondicionalidad, fruto del encuentro entre dos almas que se atraen y se compenetran. Este amor se expresa en las ganas de estar juntos o juntas, solo por el placer de convivir. No se trata de «hacer»; se trata de «ser y estar»

Paralelamente al deseo de estar juntos y compartir, aparecen las diferencias, lo que nos condiciona, fruto de la educación y de las vivencias personales y los gustos. Aquí es necesario llegar a acuerdos que nos permitan respetar las necesidades de cada parte de la pareja y, a la vez, mantengan vivo el deseo de estar en la relación.

Es imprescindible cuidar siempre del amor, ir «regándolo» como si de un jardín se tratara porque sino la rutina absorberá la relación y no sabremos por qué estamos al lado de una persona que, hasta cierto punto, puede resultar una desconocida.

Una manera practica de cuidar el amor es recordar todo aquello que nos ha unido, el sueño que se puso en marcha cuando se inició la relación y ver qué es lo que podemos recuperar de aquel momento de conexión.

Otra forma es plantearnos la pregunta inicial y hacer los cambios convenientes: de qué hablamos en la pareja?

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