En un principio son nuestros “personajes” los que guían nuestra vida y nuestras relaciones. Nos sentimos vulnerables y rechazamos la Vulnerabilidad. Falta una Guía Interior que escuche y respete el equipo interior y que sea consciente de nuestras necesidades.
A medida que desarrollamos nuestra Guía en relación a los personajes, nos empoderamos y podemos vivir en
equilibrio. Ya no reaccionamos en nuestro entorno, si no que empezamos a actuar.
Pero solamente, una Guía consciente podrá escoger qué acción nos conviene más, en función de nuestras necesidades y podremos vivir empoderados y en equilibrio. Y experimentaremos nuestra Vulnerabilidad como nuestra esencia.
Un ejemplo: si tenemos, por ejemplo, una “voz complaciente” muy grande, estaremos siempre pendientes de lo que necesitan los otros y nos olvidaremos de nosotros mismos/as. Mientras, nuestra parte egoísta no se expresará, porque como complacientes que somos, la rechazaremos.
En la medida que iniciemos nuestro diálogo interior donde puedan expresarse nuestras diferentes “personajes”, empezaremos a percibir y a escuchar nuestras partes opuestas como la egoísta y la complaciente.
Y finalmente, escogeremos lo que decimos y cómo actuamos, habiendo escuchado los dos “personajes” y escogiendo con libertad lo que necesitamos. Sólo desde esta posición podemos mirar nuestra Vulnerabilidad y vivirla como un regalo.
Mi experiencia profesional como coach se ha visto enriquecida con el trabajo con nuestro Equipo Interior ya que permite que el/la cliente tome consciencia con rapidez de lo que quiere y se dé cuenta con qué ojos mira el mundo cuando desarrolla la Guía Interior. Sólo entonces puede transformar su entorno y empoderarse. Nuestra fuerza real emerge de la Consciencia de lo que nos decimos.