Cuando llega un evento interesante, dejamos de pensar en el pasado o el futuro. Toda la atención se centra en el presente. Parece que el tiempo se detiene.
Esto es un regalo porque, de una forma u otra, todas las personas tenemos la posibilidad de experimentar la presencia plena. Por lo tanto, vivir en conexión con el presente ya no es una alternativa solo para los místicos y la gente «zen».
Cualquiera de nosotros puede vivir el presente. La única condición es estar disponible para vivir, es poner de nuestra parte.
De hecho, volviendo al inicio del artículo, cuando nos encontramos en un momento especial todos los sentidos están abiertos para recibir y la mente se silencia ante lo que no sabe. De la misma manera, la práctica del silencio genera una quietud corporal que nos abre a la realidad y disminuye el movimiento mental.
¿Qué nos aporta vivir solo el presente? Para empezar, la mente deja de interpretar la realidad como buena y mala. Hay lo que hay y todo está bien. Además, experimentamos la vida con más vitalidad. Sin el juicio de correcto/incorrecto se abre la posibilidad de una nueva realidad. Deja de ser importante tener razón y se reduce la exigencia de aparentar y de dedicar energía a objetivos fútiles.
Una imagen tiene mucha fuerza y aprovecho la metáfora del icono de la justicia para seguir explicándome. Recuerdo haberla escuchado en un vídeo, y me apena, pero no recuerdo quien hacía referencia a ella. Por un lado, lleva los ojos vendados, en la mano derecha tiene una espada con la hoja afilada hacia abajo y en la mano izquierda, cerca del corazón sostiene una balanza.
¿Cuál es la lectura que podemos hacer en relación a nosotros y nuestras experiencias especiales de plenitud?
Cuando nos sentimos en justicia con nosotros mismos, la razón deja de ser relevante, la espada, cae. No la necesitamos arriba y en alerta.
Automáticamente, podemos poner la atención en el corazón, ser conscientes de que nuestra balanza de lo bueno y lo malo, se equilibra. Todo lo que vivimos está en equilibrio, tiene coherencia. Y precisamente esta percepción hace posible que la venda de los ojos caiga y podamos mirar lo que la realidad ofrece sin velos. Es decir, vivimos con presencia.
¿Y cómo podemos aplicar todo esto a la vida?
Una forma que puede ayudarnos a cuestionarnos cómo vivimos los momentos especiales y cotidianos es reflexionar sobre los siguientes puntos:
- ¿Vas por la vida con la espada arriba, es decir, en lucha, con ira? Con esta actitud vivimos por objetivos, en el futuro o en el pasado. Imposible vivir en el presente. ¿Cómo gestionas la ira?
- ¿Haces juicios fácilmente? ¿Tu balanza está constantemente haciendo valoraciones? Puede ser un juicio muy sutil y requiere un ejercicio de autoobservación darte cuenta de que constantemente etiquetas la realidad. ¿Cómo gestionas la exigencia?
- ¿Aceptas la vida con sus luces y sombras, sabiendo que lo que te llega es una oportunidad de aprendizaje, de quitarte la venda de los ojos y mirar la vida con su esplendor? ¿Cómo trabajas la aceptación?
- Si no sabes cómo responder alguna de estas preguntas o esto te inquieta, ponte en contacto conmigo sin compromiso.